
En medio de los días más oscuros de Israel, Dios se reveló a través de Isaías, Ezequiel y Daniel, mostrando Su santidad, Su gloria y Su soberanía. Tres profetas, una misma voz divina que anuncia que, aun en la crisis, Cristo es el centro de toda revelación y la esperanza eterna del pueblo de Dios.

No es un manual de conquista personal; es una radiografía del alma del creyente que aprende a vivir por fe y no por vista.
Antes de derrumbar muros, Dios derrumba nuestras excusas.
Antes de abrir el Jordán, Dios abre nuestro corazón.
Y antes de entregarnos una tierra prometida, nos enseña a vivir rendidos a su Palabra.
Un autor anónimo escribió hace casi dos mil años:
“Los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo.”
“Cuando el alma se olvida del cuerpo”
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